Estatismo generador

Foro Reagan con Mark Levin – 3/9/12
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La gran mayoría de la cada vez más abundante literatura en torno a este cambio de paradigma indica que la pandemia ya ha provocado un cambio de timón; un cambio que hace que el mundo de mañana se aleje rápidamente del de hoy. Y hay dos posibles escenarios que se vislumbran en el horizonte. El primero, el de una auténtica redefinición del orden mundial, bajo el liderazgo de China, que sustituiría definitivamente a Estados Unidos como potencia hegemónica[1]. Sin embargo, como señala Mira Milosevich, aludiendo a Henry Kissinger, el orden mundial cambia “cuando se redefine la legitimidad o se produce un cambio significativo en el equilibrio de poder”[2], algo que no parece que vaya a ocurrir ahora a través del ejercicio del poder blando por parte del gigante asiático. Sin embargo, hay otras razones, como veremos a continuación, que nos llevan a no caer en esta tesis.
Al mismo tiempo, y sin que sea un escenario alternativo al anterior descrito, innumerables periodistas y académicos famosos certifican la defunción de la globalización tal y como la concebimos. Para éstos, el coronavirus ha puesto fin a una tendencia que hasta ahora se creía incuestionable. Tenía sus defensores y detractores, pero era una realidad. El mero hecho de que un virus originado en un solo país se haya extendido por todo el mundo en meses convirtiéndose en una pandemia deja claro que la globalización es una realidad y no una elección. Esta realidad de la globalización trajo consigo un fenómeno consecuente de convergencia global. Sin embargo, ambos fenómenos parecen haber ralentizado su anterior velocidad de vértigo. En particular este último; el de la convergencia política global.
Repensar el nacionalismo”: Una conversación con el profesor Sugata Bose
En ciencia política, el estatismo es la doctrina según la cual la autoridad política del Estado es legítima hasta cierto punto[1][2][3], lo que puede incluir la política económica y social, especialmente en lo que respecta a los impuestos y los medios de producción[4].
Aunque se utiliza desde la década de 1850, el término estatismo adquirió un uso significativo en el discurso político estadounidense durante las décadas de 1930 y 1940. La oposición al estatismo se denomina antiestatismo o anarquismo. Este último se caracteriza por un rechazo total de todo gobierno jerárquico[5].
El estatismo puede adoptar muchas formas, desde el pequeño gobierno hasta el gran gobierno. El minarquismo es una filosofía política que prefiere un estado mínimo, como un estado de vigilancia nocturna para proteger a la gente de agresiones, robos, incumplimiento de contratos y fraudes con ejército, policía y tribunales. También puede incluir cuerpos de bomberos, prisiones y otras funciones[6]. El Estado del bienestar es otra forma dentro del espectro del estatismo[7][8]. Las filosofías autoritarias consideran necesario un Estado fuerte y autoritario para legislar o hacer cumplir la moral y las prácticas culturales[9][10]. El totalitarismo es el que prefiere un Estado máximo y omnímodo[11].
Ideología política: Crash Course Government and Politics #35
El capitalismo de Estado es un sistema económico en el que el Estado emprende actividades económicas empresariales y comerciales (es decir, con ánimo de lucro) y en el que los medios de producción se nacionalizan como empresas estatales (incluidos los procesos de acumulación de capital, gestión centralizada y trabajo asalariado). La definición también puede incluir el dominio estatal de organismos gubernamentales corporativizados (organismos organizados según prácticas de gestión empresarial) o de empresas públicas como las sociedades anónimas cotizadas en bolsa en las que el Estado tiene acciones de control[1].
La literatura marxista define el capitalismo de Estado como un sistema social que combina el capitalismo con la propiedad o el control de un Estado. Según esta definición, un país capitalista de Estado es aquel en el que el gobierno controla la economía y actúa esencialmente como una gran empresa, extrayendo plusvalía de la mano de obra para invertirla en la producción[2]. Esta designación se aplica independientemente de los objetivos políticos del Estado, incluso si el Estado es nominalmente socialista[3]. [3] Algunos estudiosos sostienen que la economía de la Unión Soviética y de los países del bloque oriental que siguieron su modelo, incluida la China maoísta, eran sistemas capitalistas de Estado, y algunos comentaristas occidentales creen que las economías actuales de China y Singapur también constituyen una forma de capitalismo de Estado[4][5][6][7][8][9].
Ideología e identidad: Los cambiantes sistemas de partidos de la India
Cualquiera que haya seguido de cerca el debate sobre el seguro nacional de enfermedad habrá notado probablemente algunas incoherencias peculiares en las actitudes de los estadounidenses hacia la legislación. Una encuesta de Pew publicada el 8 de octubre reveló un “apoyo constante” a elementos específicos del plan sanitario, como la alternativa pública al seguro privado, el mandato del empleador y el requisito de que todo el mundo tenga un seguro. Sin embargo, el apoyo popular al plan en sí disminuía, con un 34% “generalmente [a] favor” y un 47% “generalmente en contra”.
¿A qué se debe esta disparidad? Ciertamente, algunas personas temen que se recorte Medicare o que se establezcan “paneles de la muerte”, pero una de las preocupaciones más persistentes no se refiere a disposiciones concretas, sino a que el gobierno federal se haga cargo de la atención sanitaria. En una encuesta del Washington Post del mes pasado, a una pluralidad le preocupaba que el plan sanitario “creara demasiada implicación gubernamental”. En una encuesta realizada del 9 al 13 de octubre por Public Strategies en colaboración con Politico, el 52% de los encuestados temía que el Congreso fuera “demasiado lejos en el aumento del papel del gobierno en la atención sanitaria”. En una encuesta de Harris realizada a principios de octubre, el 65 por ciento estaba de acuerdo, y sólo el 22 por ciento en desacuerdo, con la “crítica” de que “la reforma propuesta daría lugar a un sistema sanitario gestionado por el gobierno”. En otras palabras, los estadounidenses buscan ayuda en el gobierno, pero sigue sin gustarles el gobierno.